LA CIUDAD DEL YO
La ciudad del Yo debiera paralizarse
cuando entra en ella la muerte
Toda su actividad es nada ante la nada
quiéranlo o no los agitados viajeros
que inútilmente siguen
entrando y saliendo de la ciudad
bajo la mano ahora
que convierte en sombras todo lo que toca
La mera inercia, sin embargo, despierta
en el gobernador una desahuciada esperanza
Ante la muerte se resiste a capitular
aunque tocado por ella es una sombra
pero una sombra de algo, aferrada
a la imitación de la vida.
Enrique Lihn