CASA PATERNA
Traducción de G. Rodenbach
Casa de los abuelos, la más dulce y amada
en que vive el recuerdo de la niñez pasada.
Aquí, en este aposento, en las tardes de olvido,
mientras el sol muriente suavizaba las cosas,
quizás convalecientes contábamos las rosas
de los frescos murales con mirar dolorido.
Allí, en las Navidades, ya la noche cercana,
dejábamos los fines zapatos relucientes
en que los Reyes Mayos pondrían sus presentes:
cuánto nos dice el claro tañer de una campana.
Aquí, en el dormitorio silente, una hermanita
dio sus primeros pasos entre risas joviales:
cada una de estas viejas cámaras ancestrales
guarda muchos recuerdos de dulzura exquisita.
Las viejas cornucopias bajo enlutados velos
en una lontananza triste e indefinida,
parece que aun reflejan la faz palidecida
y el cabello de plata de los dulces abuelos.
Los muebles familiares de anticuadas molduras
y las tapicerías de sedas despintadas,
resisten a los años en las mismas posturas
en que los colocaron manos idolatradas.
Cómo olvidaros, sendas fragantes e indecisas
del jardín, nobles fuentes, sarmentoso viñedo,
gruta en que aún parecen vibrar como con miedo
de violar el silencio las infantiles risas!
Cómo olvidarte, casa de nuestra edad primera
al través de la vida y de sus acritudes,
si vieron nuestros ojos bajar por la escalera
y entre silencio y lágrimas amados ataúdes!
Eduardo Castillo