A UN POETA MENOR DE LA ANTOLOGÍA
Al término de tres generaciones
Alguien recorre los senderos de Ítaca
Alguna vez hubo una dicha. El hombre
Alta en el alba se alza la severa
Antes que los remeros de Odisea
Antes yo te buscaba en tus confines
Aquí está la moneda de hierro. Interroguemos
Aquí, lo que dejaron los puñales
Aquí también. Aquí, como en el otro
Bruscamente la tarde se ha aclarado
Cada aurora (nos dicen) maquina maravillas
Caminas por el campo de Castilla
Carlos avanza entre su pueblo. Mira
Cristo en la cruz. Los pies tocan la tierra
Cuadrúpedo en la aurora, alto en el día
¡Cuántas posibles vidas se habrán ido
Dakar está en la encrucijada del sol, del desierto y del mar
De aquel hidalgo de cetrina y seca
De estas calles que ahondan el poniente
De hierro, no de oro, fue la aurora
De la suma de cosas del orbe ilimitado
De las generaciones de las rosas
¿De qué agreste balada de la verde Inglaterra
Dejan caer el libro, porque ya saben
Del otro lado de la puerta un hombre
Desde el primer Adán que vio la noche
Desde su sueño el hombre ve al gigante
Despachadas las cartas y el telegrama
¿Dónde está la memoria de los días
¿Dónde estará mi vida, la que pudo
¿Dónde estarán los siglos, dónde el sueño
El aljibe. En el fondo la tortuga
El olor del café y de los periódicos
EL SUEÑO DE PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA
El sueño que Pedro Henríquez Ureña tuvo en el alba
El vago azar o las precisas leyes
En el bronce de Homero resplandece tu nombre
En el fondo del sueño están los sueños. Cada
En los campos de Antelo, hacia el noventa
¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
En su grave rincón, los jugadores
En su hierro perdura el hombre fuerte
Entre mi amor y yo han de levantarse
Eres invulnerable. ¿No te han dado
Fría y tormentosa la noche que zarpé de Montevideo
FUNDACIÓN MÍTICA DE BUENOS AIRES
Furtivo y gris en la penumbra última
Haber visto crecer a Buenos Aires, crecer y declinar
Habré de levantar la vasta vida
Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar
He cometido el peor de los pecados
INSCRIPCIÓN EN CUALQUIER SEPULCRO
La amistad silenciosa de la luna
La larga postración lo ha acostumbrado
La luna ignora que es tranquila y clara
La nieve de Nortumbria ha conocido
La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)
Laberintos, retruécanos, emblemas
Las traslúcidas manos del judío
Lejos de la ciudad, lejos del foro
Lento en el alba un joven que han gastado
Les tocó en suerte una época extraña
Lo ha alcanzado una bala en la ribera
Lo han despojado del diverso mundo
Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras
Los ponientes y las generaciones
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas
Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra
Marte, la guerra. Febo, el sol. Neptuno
Millares de partículas de arena
Mirar el río hecho de tiempo y agua
Mis libros (que no saben que yo existo)
Montañoso, abrumado, indescifrable
Nada o muy poco sé de mis mayores
Nadie es la patria. Ni siquiera el jinete
Nadie rebaje a lágrima o reproche
Nadie vio la hermosura de las calles
No arriesgue el mármol temerario
No quedará en la noche una estrella
No sé cuál es la cara que me mira
No soy yo quien te engendra. Son los muertos
No te habrá de salvar lo que dejaron
Pienso en un tigre. La penumbra exalta
Pompas del mármol, negra anatomía
¿Por qué persistes, incesante espejo?
Que el hombre no sea indigno del Ángel
Qué no daría yo por la memoria
Que otros se jacten de las páginas que han escrito;
Quiero saber de quién es mi pasado
Resbalo por tu tarde como el cansancio por la piedad de un declive
Se perdió el laberinto. Se perdieron
Si el sueño fuera (como dicen) una
Si pudiera vivir nuevamente mi vida (** Falsamente atribuido)
Siempre es conmovedor el ocaso
Sin lástima y sin ira el tiempo mella
Sólo una cosa no hay. Es el olvido
Somos el río que invocaste, Heráclito
Somos el tiempo. Somos la famosa
Soy el que sabe que no es menos vano
Sueño con un antiguo rey. De hierro
Temí que el porvenir (que ya declina)
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
Torne en mi boca el verso castellano
Tres antiguas caras me desvelan
Tú cuya carne, hoy dispersión y polvo
ÚLTIMO POEMA (** Falsamente atribuido)
Un hombre trabajado por el tiempo
VERSOS PARA FERNÁN SILVA VALDÉS
¿Y fue por este río de sueñera y de barro
Y la ciudad, ahora, es como un plano
Ya le estoy estrechando la mano verdadera
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado
Ya no seré feliz. Tal vez no importa
Yo que soy el que ahora está cantando
Zumban las balas en la tarde última