ARROYO
¡El sol!
Hace trizas
los espejos y, hechos
azogue y vidrio,
los empuja
y los derrite.
¡Qué dulce el agua
disolviendo sales!
¡Qué fría
hirviendo
siempre!
¡Cómo se astilla
contra las piedras que esculpe!
¡Cómo imanta sus agujas
rápidas!
Y cómo vence luego
el abandono
de sus crines blancas.
Xavier Villaurrutia