PISADA HUMANA
Esa huella no es beso.
No es tampoco un gemido, un sollozo, una huida,
un testimonio vivo que alguien deja.
Es la huella de un pie: ¡pisada humana!
El pie o la flor, el pie o la espuma, el pie o la gravitación
total que pesa y cruje.
Allí en la huella, la suavidad de la planta. Allí la
finísima estructura calcárea,
la delicadeza del pétalo, los cinco dedos que un momento
reunidos compusieron la flor, volaron. Ahí se miran.
Allí la rosa carne que tembló en la arena,
pulsó: vibró el mundo; alejose.
Allí todavía el pie desnudo, impreso como un beso a la
tierra.
Allí la forma esbelta que se levantó con raíz
instantánea
y un momento se abrió en un cuerpo y dio su olor, y se
desvaneció.
Brilló con flor arriba, con locura suave...
Allí cabeceó, criatura justa que hubo nacido, crecido,
brillado, desaparecido,
en el momento irrepetible de la pisada.
Vicente Aleixandre