GRACIAS, SEÑOR, PORQUE ME DISTE UN AÑO
Gracias, Señor, porque me diste un año
en que abrí a tu luz mis ojos ciegos;
gracias porque la fragua de tus fuegos
templó en acero el corazón de estaño.
Gracias por la ventura y por el daño,
por la espina y la flor; porque tus ruegos
redujeron mis pasos andariegos
a la dulce quietud de tu rebaño.
Porque en mí floreció tu primavera;
porque tu otoño maduró mi espiga
que el invierno guarece y atempera.
Y porque entre tus dones me bendiga
—compendio de tu amor— la duradera
felicidad de una sonrisa amiga.
1961
Salvador Novo