CUÁNTOS VEREMOS MÁS, SOLES ARDIENTES
Cuántos veremos más, soles ardientes
nuestras horas regir, y hacia un ocaso
—¡tan parecido al alba!— ¿nuestro paso
llevar a cuántas más noches silentes?
¿Acaso nos reserva sus presentes
mejores el futuro? ¿Cuáles brazos
aguardarán los nuestros —dulces lazos—,
reposo al fin, o dádivas fervientes?
El alma que interroga y adivina
lo sabe bien. El astro que florece
en ceniza de pétalos germina.
Añora. Espera. Apenas la estremece
el milagro de un año que termina
y el prodigio de un día que amanece.
1958
Salvador Novo