EN EL DIVÁN
Indolente y gentil como Afrodita
ensayas las más lánguidas posturas;
y en tu diván, mirando las alturas,
eres el abandono que medita.
Saltas, al eco de tu amor que grita;
vibras, al diapasón de tus locuras,
que, en tus formas de lira, hay curvaturas
de la sensualidad más exquisita.
El voluble abanico, que en tu mano
cándidamente y a compás se mece,
te da un tinte de amor extramundano;
y, bajo de la túnica, el pequeño
pie en que termina tu beldad parece
ser el punto final de todo un sueño...
1896.
José Santos Chocano