PARA UN DESDÉN FINGIDO
Tu alma no está, como tu cuerpo, inerte.
Cuando te veo muda y pensativa,
con la dureza de una estatua viva,
me pareces el Ángel de la Muerte...
Eres, fingiendo, por contraria suerte,
dócil, flexible y a la vez esquiva:
si dócil como el junco eres altiva,
flexible como el látigo eres fuerte.
Sé que me amas y finges que no me amas.
¿Cuál pensamiento entre tu mente gira
que bajo de la nieve oculta llamas?
Lo sé: finges desdén, me muestras duda,
mientes, sí; porque a veces la mentira
es el rubor de la Verdad desnuda!...
1895.
José Santos Chocano