ANTE UNA ESTATUA DEL AMOR
A los pies de un Amor, te dije el mío;
tú me miraste con tranquilos ojos,
ni te incendiaste en púdicos sonrojos,
ni me mostraste enérgico desvío...
¡Cuánto y cuánto te dije! El mármol frío
hubo de conmoverse a mis antojos.
Me sentí doblegar, caer de hinojos,
y rodar como un mundo en el vacío...
—¡Qué estatua tan hermosa!— me dijiste,
y mi verbo de amor interrumpiste
con tu palabra desdeñosa y fatua.
Ante tal desencanto, sorprendido,
no pude contenerme y al oído
te murmuré: —¡Qué hermosa tan estatua!
1895.
José Santos Chocano