NOCHE DE OTOÑO
Noche turbia. La luna en su agonía
hunde entre el lago el último derroche,
guardando la crisálida del día
bajo la urna negra de la noche.
La luna se hunde entre la noche densa...
El viento sopla con extraño empuje.
Rueda un suspiro en la llanura inmensa;
brinca la hoja y la corteza cruje.
Llueve. Los goterones crepitantes,
que humedecen la flor con dulce halago,
lágrimas son de los luceros que antes
se reflejaban en el terso lago.
Cae en la hoja el goterón; y rueda,
y el mismo extremo de los filos toma:
allí un instante retemblando queda;
y, alargándose luego, se desploma...
¡Oh, qué rara es la música del trueno!
y esa también que de los cielos trae
la viva lluvia, que del alto seno
sobre el teclado de las hojas cae.
¡Cada hoja que tiembla, en su quebranto,
allá, a lo lejos, sobre oculta rama,
mirada con los ojos del espanto,
es una mano negra que nos llama!...
José Santos Chocano