LA TEMPORADA
Como desborde que febril avanza
por las campiñas con salvaje brío,
la ciudad se despuebla en el estío
y hacia la aldea sin temor se lanza.
Contúrbase la dulce venturanza
de la aldea a la fuerza del gentío,
como laguna al recibir un río,
que ansioso de amplitud por fin la alcanza.
De gozar ya cansado, noche y día,
—en el mar o en el campo, brisa u ola—,
huye el tumulto a la ciudad sombría;
mas siempre inmensa hacia la aldea sola
toma en verano aquella farsa impía,
que se viste de frac o arrastra cola...
José Santos Chocano