EN LA ALCOBA
Olor de nido. Sonrosada lumbre,
tras la pantalla, esplende en la cortina,
entre la cual a Venus se adivina
llena de placidez y mansedumbre.
Como el pálido copo de la cumbre,
yace Venus, helada y cristalina;
mientras que afuera el campo desafina
con su rumor de ronca muchedumbre.
Duerme ella al fondo de su cuja blanca,
luciendo un brazo que torneado arranca
y el alabastro de su seno combo,
sin más testigos en la paz nocturna
que el Cristo agonizante entre la urna
y los chinos bordados sobre el biombo...
José Santos Chocano