¡GLORIA!
La aldea ayer no más entristecida
cobra hoy nuevo placer; que en torno vierte
alborozada luz la misma Muerte
desde el cénit de la perpetua Vida.
Como corcel que destrozó la brida,
el alma deja la materia inerte;
y entre los bruscos cambios de la suerte
brota transfigurada y desprendida.
Es la Resurrección. Mientras que llena
la Pascua todo de inefable brillo,
surge el aldeano en traje dominguero;
y luego, en aras de la alegre cena,
se inclina a la amenaza del cuchillo
la humilde frente del pascual cordero...
José Santos Chocano