CARNAVAL
Siempre galante, impávido y risueño,
viejo raro que nunca se envejece,
solicita al amor que le enloquece
y que le incita dislocado empeño.
Carnaval luce, con alegre ceño,
apurando la dicha que apetece,
algo así como un sol que se estremece
en los ojos azules del Ensueño.
Él, que es en la ciudad un estirado
bailarín, rompe aquí reglas tiranas,
danzando libre sobre el verde prado.
Ríndese y duerme al fin; y al fin, sin ganas,
despierta hecho un Don Juan, desencajado,
de hondas ojeras y de verdes canas...
José Santos Chocano