AQUÍ ESTOY
¡Oh dulce aldea! A visitarte vengo
buscando dicha y persiguiendo calma:
un ansia de cantar despierta tengo
en la infinita vaguedad de mi alma...
Quiero cantar tus valles dilatados,
donde jamás el labrador reposa;
y cantarte mi amor, ya que clavados
me dejaste los ojos de una hermosa...
¡Qué dulce es ver, cuando la tarde gime
con ios gemidos de una muerte ignota,
el pentagrama que el arado imprime,
donde en forma de flor brinca la nota!...
¡Qué dulce es ver, cuando la luz su broche
entreabre en el confín del firmamento,
por los campos la huida de la Noche,
cabalgando en su hipógrifo violento!...
¡Oh aldea! Por tus calles y tus campos
la Guerra un día, derramando muerte,
cruzó rodeada de siniestros lampos
como un espectro descarnado y fuerte...
En tu alto morro que mis ojos pasma
¡oh dulce aldea! la neblina flota;
y en ella, como el ala de un fantasma,
volar parece una bandera rota...
José Santos Chocano