EN LA MAZMORRA
VIII
Vienen a visitarme la Esperanza,
la Fe y la Caridad en compañía;
pero la noche es plena; el sol no avanza
y está muy lejos el ansiado día...
Mi amada acaso, si a su anhelo cede,
vendrá a sacarme del profundo olvido
y a hablarme con pasión, pero no puede;
que aquí no entra el Amor. —¡Está prohibido!
¡Mas no! Mi madre ha de venir acaso
a consolar mis penas dulcemente:
deja el Amor consuelos a su paso,
como a su paso espumas el torrente;
¡Cuando el pesado pórtico se abra,
la obscura Ausencia rasgará su manto;
y ya sin elocuencia la palabra,
ha de cederle la oratoria al llanto!
Yo no sé qué inefable regocijo
ante cada visita siente el preso:
si la visita es de la madre al hijo,
empieza en llanto, ¡pero acaba en beso!
¡Y pensar que la súplica es preciso
para poder entrar en la mazmorra;
y siempre estar con obligada prisa,
sin poder evitar que el tiempo corra!...
¡Oh desesperación! De cuantos modos
mofarse pueden de la ley bendita...
¡Oh desengaños! Me visitan todos;
¡pero la Libertad no me visita!
José Santos Chocano