GUZMÁN EL BUENO
Soñé que el muy ilustre Guzmán llamado el Bueno
modificó la gloria de su épico heroísmo,
cuando la propia muerte de su hijo vio sereno
y hasta para ultimarle cedió su espada él mismo.
Soñé que la amenaza desenvolvió su trueno,
cual si le hablase al héroe la boca de un abismo;
y él escuchola impávido y como un dios heleno
rememoró el orgullo de todo el paganismo.
¿Rendir la plaza? ¡Nunca! ¿Sacrificar la vida
de su hijo? Una gran flama de cólera encendida
avivó su martirio y enconó su querella.
De súbito, un arranque se destacó en lo obscuro;
y desnudando entonces su espada, subió al muro
y, por salvar a su hijo, se atravesó con ella.
José Santos Chocano