ARTE SINCERO
A Julio Flórez
Poeta, ven a mí: tú me comprendes.
Trágicamente pálida es tu musa,
mas no con falso bermellón la enciendes.
Pálida está, pero jamás confusa;
porque ni la traicionas, ni la vendes.
¿Para qué enmascarar esa amargura
que es su gala mayor? No intentes eso;
respétala como es: déjala pura;
porque si tiene palidez de yeso,
tiene profundidad de sepultura.
Si ha nacido en el bosque, si en hamaca
de mimbres se meció, si en ancho río
brazo a brazo luchó con la resaca,
dirá, cuando la adornes con la placa
de una corte europea: —¡Esto no es mío!
Corónala, antes bien, de erectas plumas;
téjela con carrizos blando techo;
y al recostar la sien sobre su pecho,
pídele a tu rebaño las espumas
de su vellón para gozar de un lecho.
Ámala, así, desnuda del ropaje
de un arte impropio, altiva en su franqueza;
déjala que se burle del encaje;
porque no ignora que el primor del traje
será elegancia, pero no belleza.
Nunca fajes los frutos de sus senos;
ante el Juez de conciencia sin pecado
que tenga en su visión ojos serenos:
la desnudez de una mujer es menos
que la sinceridad de un arte honrado.
Amo el arte cual tú, no cual la tropa
cautiva sólo de la forma fatua;
que es el arte de América al de Europa
lo que una cumbre al cuerpo de una estatua,
lo que un abismo al hueco de una copa.
José Santos Chocano