EL MEDIODÍA EN EL ISTMO
Como placa bruñida por la ola,
fulge la arena: el agua se retira;
miasma sutil la ciénaga respira;
y hay en cada peñón una aureola.
En el cansancio de la playa sola,
una tortuga aletargada expira;
y, al redor de un lagarto que se estira,
baten cien peces su encorvada cola.
El aire quieto está: ni un ave pasa;
sólo óyense en el mar, que el Sol abrasa,
murmuraciones con temblor de rezo;
y, en la reverberante lejanía,
en medio del sopor del mediodía,
se abre la inmensidad como un bostezo...
José Santos Chocano