CANTO AL MAGDALENA
VIII
SIESTA DE AMOR
A Javier Acosté
Cuando siento en los trópicos que arde
calor fecundo —ese hálito de horno
que comienza en las horas de bochorno
y se suaviza apenas en la tarde—
suelo evocar tu voluptuoso alarde
y trazar en mis sueños tu contorno,
que se exhibe ante mí sin que un adorno
profanador tu desnudez resguarde.
La inclemencia del Sol es siempre menos
que tu propia inclemencia, amada mía,
ya que duerme un volcán bajo tus senos;
y por eso, en mis siestas, tu hermosura
es la más ardorosa fantasía
de la imaginación de la Natura.
José Santos Chocano