SENO DE REINA
Era una reina hispana. No sé ni quién sería,
ni cuál su egregio nombre, ni cómo su linaje:
sé apenas la elegancia con que de su carruaje
salió, al oír a un niño que en un rincón gemía.
Y dijo: —¿Por qué llora? —La tarde estaba fría;
y el niño estaba hambriento. La reina abriose el traje;
y le dio el seno blanco por entre el blanco encaje,
como lo hubiese hecho Santa Isabel de Hungría.
Es gloria de la estirpe la que le dio su pecho
a aquel hambriento niño, que acaso sentiría
más tarde un misterioso dinástico derecho;
y es gloria de la estirpe, porque ese amor fecundo
con que la reina al niño le dio su seno un día,
¡fue el mismo con que España le dio su seno a un mundo!
José Santos Chocano