LAS CATARATAS DEL NIÁGARA
Como en supremo arranque de heroísmo,
Brinca el tropel de espuma alborotada,
De peñón, en peñón; de grada, en grada;
Y revienta en perpetuo cataclismo.
Se revuelve el caudal sobre sí mismo;
Y finge, ante la atónita mirada,
La flotante melena enmarañada
De un león enjaulado en el abismo.
Sigue el tropel en épico alboroto,
Como un inacabable terremoto
Que ingentes peñas arrancó de cuajo.
Y, ¡oh, poder de un alambre!, ese torrente
Sólo llega a servir humildemente
Para mover las ruedas del Trabajo...
José Santos Chocano