LA CAÍDA DE LOS LIMONES
En la campal llanura de los cielos,
dos campeones búscanse sin fin.
otro es la noche, el negro paladín.
Se persiguen, mas no se encuentran nunca.
Sobre la tierra, cabalgan de paso.
Y según pasan los anuncian
las campanas en los campanarios.
El Angelus del alba canta:
«La noche huye. La noche ha huído».
«El día se pierde en la distancia»;
llora el Ángelus vespertino
Talán, talán.
Campana de plata.
Ha nacido un nuevo cristiano.
¡Oh blanco misterio!
Talán, talán.
Campana de bronce.
¡Oh negro arcano!
Llevan un hombre al cementerio.
Ramón Pérez de Ayala