LA MÚSICA
Cuando soberbia el alma dio en el cielo
Grito de rebelión,
Dios con un ceño la humilló iracundo,
Cegó sus ojos, y le dijo: «¡Al mundo,
Ve a sufrir tu expiación!>
El alma entonces se deshizo en llanto
Por la primera vez,
E hincándose al umbral del firmamento
Así con un tristísimo lamento
Dijo al Eterno Juez;
«¡Señor! pues que al cegarme tu justicia
He perdido, ¡ay de mí!
El sumo bien de tu visión de gloria...
¿No llevaré siquiera una memoria
Del bien que poseí?»
Apiadado el Señor díjole entonces:
«Tu padre al fin yo soy
Y ablandan mis enojos tu gemido:
Como un recuerdo de tu bien perdido
La música te doy».
Rafael Pombo