DEJÉMOSLO PARA MAÑANA
«Dejémoslo para mañana»
El primer ruin que dijo así.
Debe habitar el Purgatorio
Y no valerle responsorio
Para salir jamás de allí.
Y allí justo es que se le diga
Siempre que grite en su fatiga
«¡Ay! ¿hasta cuándo ardiendo estoy?»
—«Aguarde usted hasta mañana,
Que lo mismo es mañana que hoy».
En cierto techo hizo la lluvia
Una gotera tan sutil,
Que al verla el dueño de la casa
Exclamó: «¡Bah! de ahí no pasa.
Que no me llamen albañil».
Volvió la lluvia; y la gotera
En goterón se transformó,
Y algo alarmado el propietario
Dijo: «Mañana es necesario
Componer esto» —y se olvidó.
Tercera vez llovió a torrentes,
Y al ver su techo dijo el tal:
«Nos amenaza un cataclismo;
Mas no hay temor: mañana mismo
Se hará un reparo general».
Y ese mañana nunca vino;
Y cuarta vez y veinte más
Tornó la lluvia por defuera,
Y por adentro la gotera
Acelerando su compás.
Y como ni hombres ni sus cosas,
Nada en el mundo es inmortal,
Y una gotera permanente
Bien sea de agua o de aguardiente
Taladra peña o racional,—
Techo, paredes, cielos rasos,
Toda la casa, hasta el fogón,
Se hizo pluviómetro corriente,
Y en más de un punto exigió puente
Paraguas, salto y zapatón.
Escarmentado al fin el dueño
Mudar de casa resolvió,
Y la escogió con techo sano
Y dijo a todos: «Muy temprano
Mañana mismo me voy yo».
Y aquella noche, cuando el necio
Roncaba ya, volvió el turbión
Y el techo entero le fue encima,
Y allí quedó que daba grima
Despachurrado cual ratón.
Rafael Pombo