LOS NIÑOS MUERTOS
Todo cayó. Sobre la piel templada,
frío celeste se cuajó amarillo,
la vida se apagó. La madrugada
flota en los ojos, sin color, sin brillo.
Para alta rama que se eleva pura
iba la frente en tierno movimiento,
ansia de vida, chorro de ternura...:
tesoro fue del inclemente viento.
Apenas si las manos..., si la boca...,
apenas si los ojos..., la mirada...
Todo, Señor, nacía, y ya es la roca,
es la roca, Señor, la tierra helada.
¿Por qué fue desterrada la azucena,
por qué la alondra se quedó sin vuelo,
por qué el aire de mayo se hizo pena
bajo la dura soledad del cielo?
Rafael Morales