LOS BARRENDEROS
Los barrenderos pasan con sus grandes escobas,
con sus alas de polvo que les dora el ocaso.
En la calle retumban sus dolorosas botas
que a lo lejos se pierden, tristemente sonando.
En sus carritos cargan tibios papeles viejos,
que crujen mansamente con un temblor de pájaro,
acongojadas flores y muertas mariposas,
billetes del tranvía, brutalmente arrugados.
El dolor de lo mínimo, de lo leve y lo viejo
insensibles escobas lo arrebatan al paso,
y en las alas dolientes que el barrendero lleva
un llanto silencioso se hace tierno y dorado.
Se fueron ya, se fueron calle abajo barriendo,
tras ellos quedó limpio, silencioso el asfalto.
Quizá pasó el olvido de las cosas pequeñas,
quizá pasó la muerte, tristemente sonando.
Rafael Morales