MUERTE DEL TORO
Mira qué pase, ¡oh toro!, qué desvío
de la muleta al aire desplegada,
mira pasar su ala derramada
sobre tu negro y rumoroso río.
Pronto caerá tu pleno poderío,
pues ya el agudo rayo de la espada
va en tu celeste noche huracanada
con un acento perfilado y frío.
¡Ay!, cómo crece el suelo, cómo crece,
cómo llama la tierra a tu costado
y cómo turbia y grande se te ofrece.
Adiós tu yerba de frescor salado
y este viento que llega y desfallece,
que acaso viene, ¡oh toro!, de tu prado.
Rafael Morales