CHOTO
Corre feliz el choto por el prado,
ajeno aún al dolor y a la tristeza,
sintiendo ya que brota en su cabeza
el cuerno temeroso y afilado.
Siente su corazón todo inundado
de un ansia nueva que a crecer empieza
y siente concentrarse su fiereza
en el joven testuz ensortijado.
No sabe cómo fue, cómo ha surgido
este imprevisto afán, este ardimiento,
y lanza loco un cálido mugido.
Siente un febril impulso, un gran contento,
mira y contempla todo sorprendido
y da el primer embite para el viento.
Rafael Morales