¿Cómo te hiciste?
¿Cuál ley seguías?
¿Qué manos te sostuvieron?
Es tan recio estar
ahí
desabrigado
sin exigir nada
salvo
el dictado hondo,
su ráfaga
anonadante,
la voz
sin dueño,
el sonido
que no pertenece a nadie.
Rafael Cadenas