DOS MUCHACHAS
Conocí a una muchacha que se llamaba No Hay Salida
en el departamento de una muchacha que se llamaba Agua Inmóvil.
Y eran rubias como las playas
o los cuervos asesinados por el sol.
Y tenían malos pensamientos y ojos de almendra.
Y adivinábanse apetitosos sus muslos y sus senos
y todo cuanto era de ellas y puesto en acción.
Así se desplazaron por la ciudad, proyectando sombra de vida
hacia el Sur, y hacia el Este la duda;
y carne, jugos, caos, hacia el Norte
y hacia el Oeste, desde donde se elevaban grandes pilares de humo,
como para sostener un asado caníbal en lo azul de los cielos.
Y una de ellas, no recuerdo cual, apagó la luz del mundo
con la ternura de éste.
Y también me besó tan húmeda como los campos
Donde entierran a la gente, mientras su compañera grababa,
Con la punta del capricho y de su uña,
Infinitas muchachas en mis sienes.
Roberto Bolaño