REINVENTAR EL AMOR
VI
Un niño es el árbol de la Revolución
Tlayecac Huitzililla Amayuca Amilcingo Huazulco
Temoac Zacualpan: Ruta 64, miércoles.
¿Y qué hacías en Morelos acodado en el viejo Dodge?
Nepantla Jumiltepec Xochicalco Yecapixtla Metepec Tetela del Volcán:
Ruta 64, lunes. ¿Es que era una manera de cabalgar?
Y en la carretera de Amayuca a Cuautla el volcán y la volcana
transformaban
los últimos rayos del sol en jugo de durazno
y gotas de miel resbalaban por la nieve.
Quizás el Lazarillo de Tormes tenía una bufanda de rayas rojas
que el que el viento alborotaba
—Cómo te llamas
—Cristóbal
El poeta es el Loro, el poeta es el Mono, el poeta es el Lagarto.
Y el espacio de mi mente se pobló de planetas que cantaron:
Flores para comer,
flores violentas que el viento arrastra.
Reconócense los desesperados en la noche y se abrazan.
Mi sueño es una música que se reconoce en la aventura.
La felicidad y no la humillación.
Vi niños de pueblos prehistóricos decirme buena suerte
con las
manos levantadas
o pedirme un agua de soda mientras el camión de Refresquerías Lulú
se perdía entre el sol del camino inexorablemente.
Pequeñísimos volcancitos a la orilla de la vida.
Arbolitos delicados a la orilla del azoro.
Porque hoy el corazón reposa, duro y profundo,
en la lengua de los monstruos.
Roberto Bolaño