ADORACIÓN A HUGO, REY
A Hugo Westerdahl, nacido bajo el signo de Venus
De ahí, de esa penumbra de silencio y de río,
que se llama Hugo, horóscopo de Venus o «mon petit oiseau»,
emerge un llanto que propaga sus rosadas vertientes
con la velocidad de la luz en ciernes,
un llanto bomerang,
salto y vuelo a la vez de corzo y piedra,
un llanto con ojivas, picachos, tornasoles
de árbol bajo el viento de la cumbre,
llanto con rostro,
emisor de raíces sumergidas,
que enmudece de pronto y retrocede
como si se hubiera asomado al precipicio
de un silencio de porcelana.
Hugo, yo sé que ahora,
por la lente de microscopio de ese silencio,
oyes crecer la hierba,
incubarse en el jugo de las frutas
el treno de la mar y el trino de la tierra
en una encrucijada de algas y jilgueros,
captar el radiograma azul del horizonte,
flotar un iceberg por las aguas del Sena,
traducir el amor de dos voces cercanas,
y como tu nacimiento se ha cumplido
en el año en que Sputniks cazadores
persiguieron la liebre del espacio,
habrás también oído la soledad de un perro
sin libertad siquiera par dejar impresa
una órbita viva de ladridos
en las aladas rampas del asombro.
Pero ya está el sendero. Y cuando seas grande,
cuando llanto y silencio hayan fraguado
el sueño del amor, la alegría del verbo,
y desnudes la esfinge de tu horóscopo,
acuérdate de mí, llévame a Venus
en tu primer abrazo.
Pedro García Cabrera