GRANITOS DE ARENA
XXXVI
Tú siempre en tu apogeo luminoso
y yo siempre en la cueva de un eclipse.
Tú, en un pleno de graves girasoles;
yo, en la pregunta alígera de un cisne.
En tu rostro descansa permanente
la catalepsia de oro de una esfinge;
en el mío, una alondra de ternura
bisela el serpentín de sus perfiles.
Tu intimidad se aleja de la mía...
Ambas tienen un hueco inteligible
a pesar de vivir puerta con puerta
y de rodar tu luz por mis declives.
Y es que allá, en tu horizonte de ola muerta,
tu soledad desborda tus aljibes,
y dentro, en las espumas del recuerdo,
una mano lejana me sonríe.
Pedro García Cabrera