GRANITOS DE ARENA
XXVIII
Tu corola de adelfas clandestinas,
tus manzanillos de ternura falsa,
sedifican tus quietas mansedumbres
sobre el salto atigrado de tus llamas.
No hay nada tan falaz como ese abrazo
que entre sedas oculta su tenaza,
como el vórtice raudo de traiciones
que viste de la oveja el agua mansa,
como ese medio tono arrodillado
con que la guzla del tormento encanta.
Y vas a la deriva de tu noche
mintiendo una alegría de alborada.
Pero todo es dogal de sombra y luto,
pero todo es nadir de estrella amarga.
Con la muerte en tu seno movedizo
sólo retoñas la desesperanza.
Pedro García Cabrera