GRANITOS DE ARENA
XXVII
Por tus agrios martirios errabundos
también el goce tiene su morada.
Se aposenta en el trino de verdura
que alborea un repique de esmeralda,
en la raíz profunda de tus pozos
que ahondan el diamante de las aguas,
en una tibia sombra de palmeras
bajo los quitasoles de sus ramas,
en los huecos de paz de los oasis
abren en las arenas abrasadas,
en el triunfo dorado de los mitos
y las bocas murientes de las jaimas.
Y en un júbilo tierno de indolencia
cruza sobre un recuerdo Scherezade,
con un cántaro lleno de leyendas
y un yatagán dormido en la mirada.
Pedro García Cabrera