GRANITOS DE ARENA
XXIV
Lejos de las banderas de jardines,
de los puertos de sienes murmurantes,
del hogar con alfombra.s y tapices,
del vivo chapoteo de los mares,
de las urbes que encauzan sus rumores
por las venas abiertas de sus calles,
del amor que florece los paseos,
de los largos caminos ululantes;
lejos del movimiento y las corbatas,
de los cisnes, charoles y ramajes,
te engolfas a dormir, acurrucado
de tu silencio en el tendido jaique,
con tu desolación de lunas rotas
sobre tu seca esponja de arenales.
Y lee en la palma del olvido
tu destierro de pétalos y nácares
sin ruinas, ni pendientes, ni arrolluelos,
sin vendimias, ajorcas, ni trigales.
Tu destino de alteza desterrada
a fuego se burila en tu semblante
con luces y horizontes, resplandores
libertos de los filos de un alfanje.
Y entregas a la rosa de los vientos
tu pobreza de tonos venerables,
solo, sin que un pañuelo se sonría,
en la hueca redoma de los aires.
Solo con tu tristeza de ojos claros
y un infuso dolor de pedernales,
mientras arriba, en la brocal del cielo,
juguetean los bólidos fugaces.
Pedro García Cabrera