GRANITOS DE ARENA
XXIII
Por ti el silencio es pájaro de olvido
que en el treno que aduna tu calvario
moduló de la sed la jaula viva,
sus barrotes vertiendo por el llano.
No se sale de ti, llega tan sólo
hasta donde terminas con tus rasgos;
ni un paso más allá, ciega obediencia
de quien rompió la cuerda de su canto.
De majestad se esponja tu ala hueca
a pesar de tu acerbo celibato,
y tu adustez madura se endurece
como la sombra de un reloj parado.
Caído en tierra, con las plumas rotas,
sin presentir el brillo del asfalto,
apenas si te mueven los caimanes
en cuyos cerros de oro estás posado.
Y tu cuerpo es la piel de las arenas,
sueño de luz mollar de sus ojazos,
que anidó su horizonte para siempre
en la abierta fogata de sus párpados.
El pájaro de olvido del silencio
sufre aquí la condena del basalto.
Pedro García Cabrera