ORÍGENES
Un circuito de bocas
hizo brotar la chispa
en el aire moreno.
¡Oh, qué beso incendiado!
Frenéticas, las llamas,
de pie sobre sí mismas,
ascendían al rostro de la altura.
Despavoridos cielos
huían con sus lágrimas a cuestas
y huracanes de días y de noches
extraviaron sus arpas.
Tú nada sabes, isla, casco
de ángel caído, en rebelión ayer,
hoy confinado monólogo de roca
en este vivir nuevo
de mar, y cielo, y soledad despierta.
Pedro García Cabrera