¡CUIDADO!
No, al cielo, no; mira a los mares.
Ni a los mares tampoco, no, tampoco.
Lastra tus piedras hondo; Que no puedan
intuir la emergencia de los vuelos,
de subir y bajar. Que nunca aprendan
a conjugar los verbos trashumantes.
Apagado el otoño y sus señales,
—ya dura almendra, ya callada nieve—
el pico bajo el ala de tus rocas,
sé más pesada aún que tu destino.
Pedro García Cabrera