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Ni llegas. Ni te vas. Ni estás presente.
Por dentro de ti mismo
organizas tus fugas, tus pájaros,
tus juegos de ajedrez con las arenas.
Y siempre de pie sobre tus hombros,
asomado al alféizar de tu cuerpo,
recorriendo tus músculos, tus bielas,
sin irte, sin llegar, sin detenerte.
Y sin saber que todos los espejos
han preparado un lecho a tu fatiga.
Pedro García Cabrera