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¿Por qué cristales fríos
miró el viento aquel sueño?
Estaban cerradas las vidrieras,
el tic tac del reloj,
los góticos cardones
y las
sin pesadillas islas de sal.
Era imposible el enhebrar un soplo
para un blanco espionaje.
Y sin embargo
—oh viento informe ayer—
ordenas tus espejos transeúntes
en el curvo recuerdo
—cultura ya naciente en los aviones—
de unos robados senos entrevistos.
Pedro García Cabrera