RETRATO Y PATRIA

Si quiero recordarte, veo tus ojos de niebla
y un alto mirador ¿lo soñaste, te hablaron?,
que fue de monjas, sombra tú también de un cortejo
fantasmal, cuyo nombre deshace la memoria.

El moho de los días reptando por el sepia
corroe lejanías en el vago retrato que de ti queda,
el agua del olvido cerrándose
sobre el inerte cuerpo que ahonda la corriente.

Y ahí estás, humilde
aceptas la desgracia sentada en el peñasco que finge el corcho,
y lloras tal imagen servita enlutada de rezos,
escueta en el decoro negro de la pobreza.

Sostienes en las manos el cartón fotográfico del hijo,
ya perdido en el naufragio patrio,
bayonetas de fiebre cercando la manigua,
gloria de las banderas en sudario arriadas.
Épica nacional de los desastres.
Yara, Cavite o Annual, nómina de infortunio.

Grandes cruces brillantes con distintivo rojo
signan tierras de sangre en sementera pródiga.
Patria y familia, tú, en duelo representas,
abuela, héroe y víctima, tu húmedo pañuelo
el llanto de un país desventurado acoge
cuando el clarín erige un silencio de ocaso.

Si hoy te recuerdo, último de tus nietos,
será, acaso, el final tributo que recibas
estas flores ya secas,
estas flotantes cintas que el viento arrebatara
de alguna tumba anónima.