HE DEJADO LAS PUERTAS ENTORNADAS
He dejado las puertas entornadas
tras el suicidio. Sé que vienes, llegas
por la cal del pasillo con la luna,
y es hermoso el verano que escogiste.
Süave como antes, silenciosa
sombra que fuiste siempre entre mis brazos,
llegas ahora. El lecho está ocupado
y, yacente, te tiendes, hierba helada
creciendo, seto oscuro entre las sábanas,
separando el amor y su fatiga.
¿Para qué vuelves, blanca sobredosis?
Impalpable te beso en otros labios,
en la fruta que aceda la memoria
y en el trigo de un pecho que no es tuyo,
pero tuya es la hoz que siega el día.
Como a tu casa vienes, y es tedioso
y amargo el encontrarte. Ya no vuelvas.
Echa el cerrojo cuando al fin te vayas:
el mastín ladra largo a los espectros.
Pablo García Baena