PRIMAVERA MORTAL
Allí estaba, en aquel bar de tarde, por Buda.
Entre botellas rubias y blasones magiares
con tenantes de ángeles,
Sandör Petofi, el poeta, el héroe,
en la litografía herido en Segesvar,
el dormán entreabierto, sagrado corazón
rebelde, con su sangre escribiendo en la arena:
Patria mía.
Y habías olvidado el Danubio,
los puentes arponando la escama de las aguas,
el vapor y la isla,
las floristas con lilas ante los Franciscanos,
la ribera de sombras fugaces en la noche.
En aquella novela leída recién joven,
recién herido, eran el amor y la muerte
indeleble cortejo fatal y libertino.
Amor, patria, poesía,
bártulos de desván, arrinconados.
Pablo García Baena