CIUDAD
Llegas a esa ciudad tras de los túneles
engullentes de fuego, el sumidero
bajo la luna helada de los campos.
Alguien en las cercanas casas oye
desde la cama el silbo de las válvulas,
el asfixiante respirar del hierro.
Llegas en otro año, en otra noche,
¿adónde vienes si ya es el pasado?
Escaso es el bagaje, libros, cartas.
Manos te indican el apartadero,
el final de trayecto, ticket último.
Llegas a la ciudad hostil, lluviosa,
con el olor de otoño en la arboleda,
el orín de las verjas rechinantes
y aceras grises para el largo cauce
de silenciosas limusinas fúnebres.
Sé que es tu cuerpo entre los cristales
del olvido el que pasa, flores pútridas
de lo que fue, cercándote, el despojo
de tu desnudo, que veo alejarse
con la mirada húmeda del perro.
Pablo García Baena