SONETO
XVIII
¿Qué importa, di, que fuera pasajero
nuestro sueño de amor y desvarío,
si este presente, que yo llamo mío,
le vivo apenas, cuando ya le muero?
¿Dónde lo eterno que por siempre espero?
Del tiempo, tan fugaz, ya desconfío;
de la vida y sus cambios, me sonrío.
¡El recuerdo tan sólo es duradero!
Y en él, presente, bien que fue pasado,
en él advienes, mas sin ser futuro.
¡El recuerdo es el tiempo eternizado!
Aquí envejezco ; pero en él perduro:
siempre amante sonríes a mi lado...
¡Sólo de mi recuerdo estoy seguro!
Pedro Prado