EN ESTA CASA NADA SE DESPERDICIA
Con la ternura que ya no usamos, hice un mantel
lo bordé con palabras amorosas que intenté tragarme.
Hay un terreno baldío en la esquina
a veces corto flores silvestres para adornar la mesa
los vecinos creen que es un basurero
cada día es más difícil llegar a las flores
en poco tiempo voy a tener que adornar mi mesa con basura.
Lo que antes eran caricias y besos ahora son almohadas.
Cruzando la calle, hay una tienda donde venden de todo
si necesito detergente, aguacates, angustia, desvelo
o hasta platicar un rato, ahí lo encuentro.
Los dueños creen ser una pareja envidiable
siempre agarrados de la mano
cuando quieren pelear se van a la trastienda
gritan sus verdades quedito
no saben que todos escuchamos
yo me guardo algunas de esas verdades, tal vez sirvan de algo.
Cuando barro mi casa, lo hago con cuidado
para no tirar los pedacitos de lo que éramos
que se nos desprenden día con día
los guardo en el refrigerador para condimentar la cena.
Lo mejor es alejarse
no percibir el olor y así no recordar a qué sabe.
Tan lejos
que no se escuchen las voces
en el lugar donde se puede llegar a un acuerdo con la tristeza.
Teresa Esparza Oteo
Publicado en el poemario Desde lo Cotidiano, Amarillo Editores. http://www.amarilloeditores.com