TARDE DE MAYO
A VITAL AZA
Del ruiseñor que canta en la arboleda
llegan cadencias al rincón umbrío,
y al murmullo asociándose del río
la huertana canción se extingue leda.
Brinda la soledad de la alameda
dulce calma al penoso desvarío,
y de las hojas el rumor sombrío
un cantar melancólico remeda.
Nos habla en su lenguaje peregrino,
el sonoro esquilón del monasterio,
de nuestro incierto y último destino,
y a la oración invita y al misterio
un sol que se reñeja mortecino
sobre la cruz del triste cementerio...
Rafael Ochoa